La escuela puede ser un lugar ideal para hacer amigos, pero si tu hijo muestra nerviosismo cuando llega la hora de entrada o dice que no quiere ir a clases, hay que prestar atención.
La mayoría de los niños y adolescentes asisten al Colegio gustosos por el hecho de encontrarse ahí con sus amigos. Ellos saben que compartirán varias horas en ese espacio y además del tiempo de estudio, tarde o temprano llegará la hora del juego, el intercambio de estampitas, un partido de fut en el receso, el lunch compartido y tantas dinámicas del día a día que se pueden llevar entre pares. La vida dentro del Colegio está llena de experiencias y son estas, las que hacen que la vida de tu hijo tome sentido, pues a la escuela no solo se asiste para aprender matemáticas, artes o idiomas, por mencionar solo algunas de las tantas asignaturas, son esas experiencias las que marcarán la infancia y adolescencia permitiendo vivir en plenitud, sanos y equilibrados.
Desgraciadamente en la escuela, también existen situaciones que pueden poner en riesgo el bienestar de los niños y adolescentes. El acoso escolar o bullying puede presentarse en diferentes modalidades, ya sea maltrato psicológico, físico o verbal entre estudiantes y puede darse de manera ocasional o persistente y desencadenar una serie de problemas psicológicos en el menor que recibe el maltrato.
Son tantas las publicaciones que hablan acerca del bullying, que pareciera que este problema es nuevo e incluso que va en aumento, sin embargo el acoso escolar ha existido desde hace tiempo.
La palabra ‘bullying’ proviene del holandés, que significa “acoso”. El primero en emplear el término en el sentido de acoso escolar fue el doctor Dan Olweus, quien implantó en la década de los 70, en Suecia un estudio a largo plazo que culminaría con un completo programa ‘antibullying’ para las escuelas de Noruega. (Romero, 2011). Y se define como: uno o más estudiantes se encuentran expuestos de forma constante y durante un tiempo prolongado a acciones negativas por uno o varios alumnos dentro de la escuela. (Olweus, 1993).
El problema del acoso escolar o bullying definitivamente no es algo nuevo, seguramente también recuerdas cuando eras estudiante y te tocó presenciar o en el peor de los casos, vivir una situación de conflicto con algún compañero de la escuela, pues nunca faltaba alguien con opiniones diferentes y que al no poder controlarse presentaba un temperamento agresivo.
El acoso escolar se pueden identificar si se encuentran presentes los siguientes elementos:
- Maltrato entre iguales. Se puede presentar de diferentes maneras verbal (insultos, apodos, rumores, etc.), físico (empujones, golpes, maltrato de objetos escolares, etc.), exclusión (no invitarlo a participar en juegos o fiestas), ciberacoso (publicaciones en redes sociales, suplantación de identidad, etc.)
- Se repite en el tiempo. Esto es que el niño o adolescente que lo sufre ha pasado en repetidas ocasiones por momentos de acoso por uno o varios estudiantes, esto puede ser desde un par de semanas o en el peor de los casos por años.
- Intención de hacer daño. Toda acción que implique humillar o dañar a otro, en cualquiera de las formas de maltrato que se mencionaron anteriormente.
- Desequilibrio de fuerzas. Por lo regular quien sufre el maltrato no se puede defender, ya sea porque se trata de varios niños que lo molestan o son más fuertes. Esto no quiere decir que debemos enseñar a los niños a defenderse a golpes, sino acompañarlos y enseñarles a defenderse de manera asertiva y no violenta.
Fundación en Movimiento (organización mexicana que ayuda a generar escuelas libres de Bullying, y centros de trabajo libres de Mobbing fomentando siempre una Educación para la Paz) utiliza la siguiente triada llamada, la Regla de las “C para identificar un caso de acoso escolar: es Constante, es Contra alguien y es Con intención.
Lo que agrava la situación, es que el bullying normalmente permanece oculto ante los ojos de los maestros, o cualquier otro adulto al interior de la escuela (director, personal administrativo, intendente, etc.) que pudiera ayudar a detener el ataque al menor. Pero el hecho de que no lo vean, no significa que no esté presente, se requiere de estar atento en todo momento y actuar de manera inmediata cuando se detecta alguna conducta inapropiada, pues si no se actúa, el acoso no se detiene; por el contrario, va aumentando cada vez más en intensidad y crueldad.